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16 oct 2012

Postcards from Paris















Recuerdo la primera vez que pisé esta ciudad, tenía dieciocho años y toda mi ilusión era ir a la Rue de la Montagne, entrar en Valentino y probarme uno de sus largos vestidos en su clásico rojo. Efectivamente, fue una misión cumplida, creo que aun debo guardar la foto por alguna parte. Sin embargo, pasan los años, y nuestras ilusiones y prioridades cambian. No es que me hayan dejado de gustar los "valentinos", es que simplemente ahora los tengo mucho más a mano debido a mi trabajo. No los poseo pero están a mi alcance. Y ya se sabe, que cuando tienes acceso algo, pierde la gracia. Recuerdo la ilusión que me hizo entonces el simple hecho de pasearme por sus calles y avenidas,  pasar por las faldas de la torre Eiffel,  recuerdo entonces una cena en el Hotel Costes y los amigos que hicimos, el estilo de las francesas y sobretodo la buena compañía de ese viaje. Desde entonces he tenido la suerte de volver cada año, cada vez con una función distinta. 
Esta última vez me gustó París, como siempre. Es una suerte poder pasear por París con tu mejor amiga. Fumar cigarrillos y beber vino en las terrazas, comer crepes de nutella a deshora, encontrarse con gente por casualidad, admirar los colores de los macarons sin hincarles el diente (lo admito, no me gustan) y admirar más aun el aguante de la gente en la cola de Ladurée de la Madeleine, sacarse fotos con la torre Eiffel de fondo, ir al museo Dórsay y pelear con el de la puerta, pasear sin rumbo, cenar bagguette y embutidos en una pequeña azotea de la Rue Saint Dominique, ir como tradición a Colette y saber que nunca  podrás comprar nada ahí... Es una suerte partirse de la risa al ver que nuestro encantador amigo francés corre tras un taxi para que no pasemos frío, llevar un gorro fedora y sentirte "tres chic", probarte algo que sabes que nunca te vas a comprar, pero aun así te lo pruebas. Hacernos las ricachonas e ir a tomar una copa de vino a un hotel por el módico precio de dieciséis euros, y gastarnos gustosamente unos veinte en una mostaza de trufa que es, aviso para navegantes, el dinero mejor gastado. Adereza mis insulsas ensaladas y verduras londinenses. Y así, me transporto a París y a sus empedradas calles antes de meterme en la cama. La próxima vez, me prometo a mi misma, escribir esto en francés. Au revoir. Hasta pronto, París.

4 comentarios:

  1. Paris es genial, tanto como el bolso que sale en este Post! podrías decirme de que diseñador-tienda es? (estoy haciendo un proyecto de moda y me vendría genial verlo mejor) muchas gracias y las diademas de flores son ideales.

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  2. muchas gracias! me encanta que se llame así, soy de allí :)

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  3. hola! nos ha encantado tu diario parisino!!!!
    ya tienes una nueva seguidora, te esperamos pronto por el nuestr, Au revoir! http://www.themustweallneed.blogspot.com.es/

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